divendres, 7 de desembre del 2012

Van per nosaltres (?)

El tinent general de l'Exèrcit espanyol, Pedro Pitarch, és un home d'idees tan inmobilistes com el que més, però intenta apostar per la tolerància. És per això que ha avisat del que molts temiem: L'Exèrcit està encara ple de psicòpates:


El general Pitarch
Ya van siendo demasiados los disparates orquestados alrededor del cese del director de la revista Ejército. Mi opinión sobre el asunto la expresé en el post anterior: “Editorial desafortunado” (http://elblogdepitarch.blogspot.com.es/2012/12/editorial-desafortunado.html). Pero crecientemente, por la red y los ordenadores personales de militares y retirados —aprovechando que “el Pisuerga pasa por Valladolid”—, algunos están circulando profusamente mensajes y documentos gráficos incitando a saltarse las leyes y la normativa vigente. Compadecerse y apoyar al compañero en malos momentos es una cosa. Felicitarle públicamente cuando actúa fuera de la ley o la norma legalmente establecida es otra distinta. Cada vez me convenzo más que el asunto no fue cosa del general Pontijas solamente. 


Hay roncerías de todos los calibres. Una es tan tremendamente taimada, que me ha empujado a salir al paso de tanto fervor desvariado. Se trata de una magnífica presentación histórica de diapositivas en “power point” (se la denomina “resumen recordatorio” y se acompañan tres de ellas), que gira alrededor de la proclamación de estado catalán por Lluis Companys, el 6 de octubre de 1934, y los hechos posteriores (entre ellos el propio fusilamiento del ex presidente de la Generalidad, el 15 de octubre de 1940, con certificado de defunción incluido). Una de las diapositivas, por ejemplo, recuerda lo que se atribuye al general Espartero primero, y a Azaña un siglo después: “Para gobernar España hay que bombardear Barcelona cada 50 años”. La verdadera intención del lote, se remata en la diapositiva (nº 89), que cierra la presentación, en la que se transcriben varios artículos de la Constitución “aplicables al caso”. Obviamente, ahí está el artículo 8 (misión de las FAS). Sin embargo, brilla por su ausencia el 97, que asigna al gobierno la dirección de la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado. Más claro: se promueve el “ir por libre”. 

¿Con qué fuerza moral se puede exigir a otros el cumplimiento de las leyes cuando simultáneamente se está amagando con incumplirlas uno mismo? No solo se está desinformando a la gente, sino que parece intentarse inocular y fomentar en el interior de las FAS un nocivo estado de opinión, que bien poco se compadece ni con la disciplina ni con la neutralidad política que los militares deben observar siempre, por ser rasgos característicos de la institución militar en un estado democrático de derecho en el siglo XXI. Algunos no quieren entender que las armas de los Ejércitos y la Armada no son un patrimonio de los militares. Que éstos son meros depositarios de aquéllas. Que el monopolio de la gran fuerza de la Nación es un colosal depósito de confianza que el pueblo español, del que emanan todos los poderes del estado, hace en favor de sus FAS. Es por ello que, simultáneamente con lo anterior, la propia ley no solo prescribe el cómo y el cuándo del uso de aquella fuerza, sino que también limita la libertad de expresión de los militares, imponiéndoles un comportamiento de estricta neutralidad política. Así fue, así es y así debe ser. Es algo consustancial con lo militar. Decir lo contrario por quienes vistan o hayan vestido el uniforme militar es, simplemente, una ruindad. Seamos claros: el perverso espíritu que animó el intento del golpe del 23 F parece seguir latiendo y aflora a la menor ocasión. 

Instigar, jalear, aplaudir y/o fomentar bien desde el uniforme, o bien desde la ropa civil, actitudes, actos o manifestaciones contrarios a las leyes no son comportamientos de recibo. En el siglo XXI eso no es “lo militar”. No vale escudarse en supuestas y grandilocuentes expresiones de cariño al compañero o de pretendido fervor patrio, para instar públicamente a quebrar la disciplina y el ordenamiento legal. Reitero lo que decía en el post “¿Adiós Sr. Mas?”, (http://elblogdepitarch.blogspot.com.es/2012/11/adios-sr-mas.html), al cierre de los colegios electorales de la pasadas autonómicas catalanas: “Ningún servidor del estado, civil o militar, tiene bula para atacar pública e impunemente, ni siquiera en el mero plano declarativo, lo prescrito por las leyes y la constitución que han jurado guardar y hacer guardar. Quien quiera “ordaguear” que se descabalgue de la nómina oficial, o se contente con jugar al mus. Es llegado, pues, el momento para que el gobierno gane su propia libertad de acción… ¿se atreverá el gobierno a decir “hasta aquí hemos llegado”? Porque si no lo hiciera, seguro que otros se creerían legitimados para hacerlo en su lugar". Re-avisado queda. 

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